Sobreviviendo la crisis de salud mental que se avecina

Esta mañana me quedé en la cama hasta las 11.30 AM. Ayer estuve despierto hasta las 3 AM viendo esa mierda de documental, “Tiger King”, en Netflix, shockeándome y enredándome en otro episodio más, sólo uno más…

Durante las últimas dos semanas, mi sentido de tiempo y deber se fueron completamente por la ventana. Generalmente, el trabajo se termina… más tarde que temprano, y a veces nunca. Ahora en mi vida hay un trasfondo de ansiedad, que susurra que, en algún punto algo debe ser hecho, y aún así cuando abro mi agenda, casi todo está cancelado, abandonado o indefinidamente pospuesto.

Hay un nombre para esta sensación constante de que no hay razón para hacer nada hoy porque, a la mierda, ¿cuál es el punto? Depresión. Y en días como hoy, siento cómo me deslizo lentamente hacia ahí. Y a juzgar por mi casilla de e-mail, no estoy ni cerca de ser el único.

Nada tiene todos los ingredientes en la receta para el colapso emocional como un paro global impulsado por una pandemia. ¿Falta de socialización cara a cara y aislamiento social general? Sí. ¿Incertidumbre financiera y desempleo masivo? Sí. ¿Falta de ejercicio, luz solar y acceso a las necesidades básicas? Sí. ¿Gran incertidumbre acerca de la seguridad personal? Sí. ¿Mucho tiempo libre para actualizar los feeds de noticias cinco mil veces al día? Sí, sí y sí.

Hasta ahora, rara vez me he sentido deprimido y letárgico más de uno o dos días. Puedo tener un día de mierda como el de hoy, pero generalmente al otro día vuelvo a ser funcional y normalmente feliz.

Pero seamos honestos con nosotros mismos. Los próximos meses serán genuinamente duros para la salud mental de todos. Y necesitamos prepararnos para eso.

Una nueva investigación publicada por la AEI estima, según cuán efectivas sean las medidas de distanciamiento (por ejemplo, qué tanto la gente se queda en su puta casa), que podemos esperar permanecer encerrados en donde sea desde 11-12 a 30-34 semanas. Eso es desde tres a ocho meses, para aquellos de ustedes que son malos en matemática.

La proyección inicial del Gobierno Federal de los EEUU fue de cuatro a seis meses el mes pasado. Otras estimaciones fueron más extensas. Casi ninguna ha sido más breve.

Así que, por más divertido que sea hacer happy hour por Zoom con tus amigos y bromear con #VidaEnCuarentena, esto pasará de moda. Muy rápido. Cualquier conflicto con el que ya estés lidiando, debes estar mentalmente preparado para soportarlo por los próximos tres a seis meses, con chances de tener que hacerlo durante el resto del año.

Y si eres uno de los pocos suertudos que aún no han sufrido el estrés o la debacle emocional, pues, prepárate. Ya llega.

Tristemente, a menos que estés en Asia, es más posible que las cosas se pongan peores antes que mejores. Después de todo, esto es una crisis de salud pública y es sólo el principio. Para cuando todo termine, casi todos sabremos de alguien que ha muerto o ha estado en el hospital en condiciones críticas, incluso alguien cercano a nosotros. Sabremos de alguien que ha perdido el empleo/ negocio. Amigos y familiares van a enfermarse, quebrar, o enloquecer. Quizás las tres. Puede que por lo menos un par de celebridades mueran y, si tenemos suerte, quizás algún político o dos.

Traigo esto a colación porque el primer paso es ser realistas sobre lo que esperar. No nos hace ningún bien ver todo color de rosa. Ni tener pensamientos positivos y naif. Ni creer injustificadamente que el virus milagrosamente se salteará a todos nuestros amigos y familiares (sin mencionar a nosotros mismos) o que la vacuna saldrá mágicamente del agujero del culo de alguien. Este es probablemente el evento más disruptivo de nuestros tiempos y estamos aquí por el largo plazo. Esto no será fácil ni divertido y los costos económicos, políticos y culturales persistirán por años.

Lo sé, ¿no soy una puta dulzura?

Pero es la realidad. Y no puedes enfrentar la realidad hasta que la aceptes.

Debajo hay algunas pautas que organicé para ayudar a que todos podamos sostenernos mentalmente a través de estos difíciles momentos. Estas pautas fueron compiladas de dos formas:

  1. Investigando online sobre el aislamiento social, los intercambios con profesionales de la salud mental, así como leyendo los perfiles de personas que han pasado largos períodos de aislamiento profesionalmente, como miembros de la Marina y astronautas de la NASA.
  2. Encuestando a mis lectores acerca de qué métodos les han funcionado mejor para mantener su humor y sanidad. Más de 1.700 personas me enviaron sus experiencias, algunos en largos y detallados e-mails. Las respuestas me enseñaron muchas cosas… como que realmente puedes hacer jardinería puertas adentro, y que los videoclips de los ’90 no escasean, en caso que quieras aprenderte sus dulces, dulzones movimientos. Como sea, toda esta sabiduría ha sido agrupada más abajo.

 

 

A PARTIR DE HOY Y HASTA QUE ESTO TERMINE, TIENES UN NUEVO DIOS, Y SU NOMBRE ES “RUTINA”

 

 

La mayor lección que aprendí estas últimas dos semanas, es cuánto dependo de la presión social para conseguir, bueno, lo que sea.

Podrá sonar extraño viniendo de alguien cuya ocupación (autor), ni siquiera requiere el uso pantalones la mayor parte del tiempo. Pero, lo sé, yo también me sorprendí.

Mis días solían desarrollarse en medio de reuniones, llamados y vencimientos. Solía ser, “Oh, tengo muchas reuniones importantes durante la tarde, asique mejor me pongo a escribir.” No solo ésas fueron removidas, sino también la urgencia de terminar algo a tiempo. Es decir, todas mis fechas límite están en un limbo, así que ¿qué importa? Ya sea que escriba algo a la mañana o esta noche a las 11 PM o el próximo martes, nadie lo sabrá. Por ende, la postergación se ha instalado de forma constante. Y ha sido increíble. Me he encontrado a mí mismo terminando de trabajar a las 2 AM y de alguna manera sintiéndome bien al respecto. Aparentemente, la vida en cuarentena saca a relucir mi joven universitario interior.

Si te fijas en los profesionales que deben pasar por mucho aislamiento social, todos dicen más o menos lo mismo: la rutina es todo. La mayoría de la gente es como yo, le temen al papelón social para salir de la cama a tiempo en la mañana. Sin la aprobación social, mutan en una especie de criatura perezosa que apenas se parece a un ser humano funcional.

Esta es la razón por la cual en estos tiempos desesperados debemos reposar en nuestras rutinas personales y venerarlas como los dioses celosos y furiosos que son.

Las rutinas deberían ser simples. No deberían ser demasiado planificadas ni reguladas obsesivamente hasta el último detalle. Esto es porque cuanto más rígido sea el plan, más posibilidades tienes de cagarla. Y cuando la cagas, es mucho más fácil tirar la rutina entera por la ventana y decir “Bueno, no ha funcionado. Volvamos a los videojuegos.”

Para nuestras rutinas de cuarentena (cuarentina?), ajustémonos a lo más básico:

 

  • Hora de despertarse
  • Horas de trabajo u Horas de Productividad (nueva aptitud, proyecto, etc.)
  • Tiempo para la salud y autocuidado
  • Hora de irse a la cama

En mi caso esto se ve así:

8 AM – Salir de la cama

8 AM a 3 PM – Horas de trabajo

3 PM – Ejercicio/Salud y autocuidado

4PM a 9PM – Socialización/ llamadas/ videojuegos

12 AM – Apagar la luz

Pon horarios para cada una, y después ajústate a ellas religiosamente. No sé si estas interesado en Jesús o Yavé o Alá o quien sea, pero si lo estás, tómate un minuto para rezarles y decirles que no son ellos, que eres tú y que ahora necesitas ver a otra deidad por los próximos meses. Y que el nombre de esa deidad es CUARENTINA.

Cuarentina es un dios celoso y furioso que demanda 100% de respeto. Si te salteas algún paso de Cuarentina, serás castigado con 48 horas de letargo y malestar. ¡No decepciones al Gran Dios Cuarentina!

Ahora, esta es la parte importante. Necesitas armar pequeños rituales para ti mismo, y asegurarte alabar a Cuarentina correctamente. Elige un lugar para todo. ¿Vas a trabajar en la mesa de la cocina? ¿En tu habitación? ¿Qué ropa vas a ponerte? ¿Cómo puedes organizar tu hogar para hacer esto lo más fácil posible?

Suena descabellado, pero mucha gente que trabaja desde la casa, sigue vistiéndose como si fuera a la oficina porque encuentra en este hábito un ordenador mental. Este es a su vez un método que gasta demasiado dinero en maquillaje y afeitadoras, pero discutiremos eso en otro artículo. El punto es: tu Cuarentina no debería ser absurda, sino que debería haber un proceso consciente en cada momento.

Algo que yo hago y que siempre me ha ayudado es, la noche anterior, abrir todo lo que necesitaré al otro día en mi ordenador. Entonces, cuando me despierto es más difícil que postergue lo que tengo que hacer. Si vas a hacer ejercicio, ¿dónde? ¿Puedes sacar tu ropa deportiva la noche anterior? Si vas a cocinar, ¿puedes racionar? ¿Cuándo vas a decidir lo que quieres cocinar? Decide estas cosas de antemano, porque te garantizo que si esperas a hacerlo en el momento… simplemente no lo harás.

El Dios de la Cuarentina se venera mejor de a dos. Si puedes, encuentra un amigo de responsabilidad (responsamigo?). Encuentra alguien más que este luchando para hace sus cosas cada día, y únete a él ya sea vía mensaje de texto o llamada un par de veces al día para chequearse mutuamente. Mejor aún, haz una llamada de Skype/Zoom con tu Responsamigo y siéntense ahí a trabajar juntos solo para asegurarse de que ¡lo están haciendo! Además de lograr llevar a cabo tu rutina, esto tendrá el beneficio agregado de la interacción social con otras personas (que es el siguiente punto que discutiremos).

Por último, cuando de dormir se trata, no puedes controlar cuándo te duermes o cuán bien duermes. Pero sí controlas cuándo entras y sales de la cama. Si respetas a la estricta Cuarentina que diseñaste para ti mismo, tu sueño se adaptará naturalmente (después de algunos penosos días).

Cuando digo que veneres tu rutina, lo que en verdad estoy diciendo es que tu rutina debería reinar por sobre todo lo demás por los próximos meses. Algunos días serás productivo. Algunos días no. Algunos días te sentirás saludable y energético. Algunos días no. Pero cada día puedes controlar si estás presente o no. Y estar presente es (mayormente) lo que importa.

 

 

CONSTRUYE Y REPARA TUS VINCULOS; YA NO TIENES EXCUSAS

 

¿Recuerdas todas esas personas con las que solías extrañar salir o deseabas poder ponerte al día, pero siempre parecía que no tenías suficiente tiempo?

Pues ahora no tienes excusa.

Una de las cosas lindas de esta experiencia es que he tenido más llamadas telefónicas (si, por teléfono—¿recuerdas esas?) con amigos y familiares en las últimas dos semanas que las que tuve en todo 2019. Me he reconectado con viejos amigos con quienes no he hablado por años. Cadenas de mails están surgiendo de la nada con grupos de gente que no me he comunicado por una eternidad. ¡Es increíble!

Esto es algo que todos necesitamos y que deseo continúe incluso después de que todo esto termine, ya que se ha hecho evidente que pre-Corona virus, ya estábamos hambreados de contacto social y vínculos profundos.

Si alguna vez quisiste empezar un club literario, un club de juegos de mesa, un club de “tomar mucho vino barato una noche de martes”, ahora es el momento para hacerlo. Si hay alguien en tu vida con quien has perdido el contacto, el virus es la mejor excusa que haya existido jamás para que reconecten. Si hay alguien a quien le deseas las siete plagas, pues… este es el momento de callar la puta boca al respecto.

Admito, sin embargo, que hacer happy hour con tu vino orgánico súper top por teleconferencia no es lo mismo que hacerlo en persona. De hecho, nada de toda esta mierda lo es. Dado que mucha de nuestra estimulación social y satisfacción viene de la interacción cara a cara y el contacto físico, todos estaremos tomando la gaseosa light de la socialización durante los próximos meses—el mismo dulce sabor, pero muy poco sustento emocional.

Sin embargo, esa no es una razón para no hacerlo. Un poco es mejor que nada. Y las incómodas sesiones de Zoom con un montón de personas, son mejores que un oso de peluche y un vibrador. (Espera, ¿qué?) No subestimes la importancia de conectar con otros seres humanos bajo ningún punto de vista.

Luego están las personas con las que estás encerrado. El estrés tiende a magnificar las relaciones cercanas. Los vínculos fuertes se harán más fuertes. Los vínculos débiles se harán más débiles. Y las relaciones que están jodidas, se joderán aún más. Supuestamente en China, los índices de divorcio se dispararon después de su cuarentena.

Todo lo que digo es que muchos encontramos formas para estar ocupados fuera de casa, como una manera de evadir problemas adentro. Si te encuentras en esta situación, estando en casa y en shock por cómo tus hijos montan berrinches y te tiran cosas a la cara, este no es el momento para ahogar tus penas o escapar del dolor con más distracción. Es el momento para ponerse manos a la obra y arreglar las cosas. Ten las conversaciones difíciles. Pide esas incómodas disculpas. Escucha más. Estate presente.

Podrían hacerlo… ya que ninguno irá a ningún lado en un futuro cercano de todos modos.

 

 

ENFÓCATE EN LAS BASES DE LA SALUD Y EL BIENESTAR

 

Dime si has escuchado esto antes. Te entusiasmas en Año Nuevo y te anotas en algún absurdo, complicado y carísimo programa de ejercicio, asistes dos veces y no regresas jamás.

Sí, yo también…

Hay muchas razones por las cuales desarrollar hábitos saludables relacionados con el ejercicio físico y la nutrición es difícil, pero una de las más notables es que nuestras expectativas son desmedidas y superan nuestra capacidad y motivación real. Generalmente, al entusiasmarnos con algún cambio en nuestras vidas, visualizamos este cambio como un giro radical en que de pronto salimos de compras llevando pesas en la mano y hacemos burpees en el estacionamiento.

La triste verdad es que, cuando de salud se trata, la consistencia importa más que la motivación o incluso que el esfuerzo. Caminar 30 minutos todos los días por un año es mejor que entrenar como loco por una semana. Y ni la dieta más top se compara con simplemente no bombardear tu estómago con azúcar todas las noches como si fuera Vietnam en 1968.

Lo que estoy diciendo es que si eres como yo y a tus hábitos fitness y alimenticios se les ha cagado encima un virus llamado Corona y estás sufriendo desesperadamente en tus patéticos intentos de flexiones y sentadillas que más parecen dos arañas follando que ningún ejercicio físico, entonces necesitas relajarte un segundo.

Mira: el peor enemigo en todo esto somos nosotros mismos. Está bien, eso es mentira, hay un virus que probablemente terminará matando cientos de miles de personas. Ese es el enemigo número uno. Pero el enemigo número dos, somos nosotros mismos.

La única manera de empeorar las cosas –todo, el trabajo deficiente, la dificultad para salir de la cama, la falta de ejercicio, etc.- es maltratarnos por no poder hacerlo mejor.

Estamos atravesando un momento difícil. A cada uno de nosotros se nos ha puesto la vida de cabeza, en cierta medida u otra. Todos estamos luchando y probablemente conozcamos gente que ahora mismo se está jodiendo a lo grande. Nada de esto es emocional ni mentalmente fácil, y no deberíamos esperar que lo sea.

Y cuando las cosas se ponen emocional y mentalmente difíciles, tendemos a cagarla en el mundo real. Esto es saltearnos un entrenamiento en casa o diez. Eso es comer suficiente chocolate como para matar un jerbo mediano. Eso es quedarnos en la cama mirando esa mierda de “Tiger King” en vez de trabajar o estudiar o llamar a nuestras madres para asegurarnos de que están bien.

Y es lo esperable. Es parte de todo. La cagarás. Las cosas que una vez fueron fáciles se sentirán difíciles y lo que alguna vez tuvo sentido, ya no lo tendrá.

Esta es la parte en que debes continuar—debes decirte a ti mismo, “Bueno, allá va el jueves, probemos de vuelta el viernes.” Luego te levantas y le rezas al Dios Cuarentina una vez más.

Porque lo peor que puedes hacer en situaciones como esta es empezar a atacarte emocionalmente por las fallas que percibes de ti mismo. Si estás sentado en casa pensando “Wow, soy un idiota, toda esta gente en internet está aprendiendo mandarín y bailando con videos de Britney Spears y yo estoy aquí sentado llorando con mi tercer pote de helado.”

Porque entonces estarás jodido.

Ya sé que nadie te dice que hagas esto, pero que se jodan: baja la vara. Baja tus propios estándares. Estamos viviendo tiempos desesperados, estamos operando al 40-60% de nuestra energía mental y emocional, y entonces es hora de empezar por el casillero número uno. De vuelta a lo básico:

Camina 30 minutos por día

Haz un par de sentadillas, flexiones y push-ups

Sal y toma un poco de sol

Come algo verde y sin azúcar

Haz esas cuatro cosas cada día y estarás bien. No son difíciles. De hecho, son bastante simples. Cualquiera puede hacerlas. Baja la vara conforme a los tiempos que estamos viviendo: el puto fondo del basurero. Porque esto es una maratón emocional, no una carrera. Y la Sra. “¡Paso mi cuarentena certificándome en Jeet Kun Do mientras cocino comidas veganas para mis dieciocho hijos!” va a estallar en el kilómetro tres. Lo prometo.

 

RECUERDA: NO ESTAS SOLO

 

Parte de la descripción de mi trabajo incluye recibir miles de e-mails de lectores contándome los problemas de su vida y ocasionalmente responder con mi granito de arena. Algo que consistentemente me ha impresionado a través de los años, es cómo docenas y docenas de personas me escriben con exactamente el mismo problema, y sin embargo cada uno de ellos está convencido acerca de la exclusividad de su padecer. Creen que nadie podría entender por lo que están pasando. Que nadie ha sufrido como ellos.

Hoy, esa ilusión debe ser eliminada. Todos estamos pasando por esto. Lo que sea con lo que estas lidiando, todos nos identificamos. Por lo tanto, no hay razón alguna para sentir vergüenza ni pena, ni para esconderte de ninguna forma. La conmiseración (con-miseria-sión?) siempre está disponible. Depende de ti buscarla.

Además, los terapeutas y consejeros están haciendo teleterapias. Las compañías de seguros las están cubriendo. Las universidades y plataformas de educación están dando muchos de sus cursos gratis. Los gobiernos (supuestamente) están ayudando financieramente. Hay auxilio. Superaremos esto.

Y si las cosas se ponen realmente oscuras, las líneas directas de ayuda en casos de suicidio, aún están disponibles alrededor del mundo.

No lo internalices. Habla con alguien. No te odies. Odia al virus. La vida puede ser cruel y difícil. Pero es en la dificultad que finalmente encontramos significado. Es la dificultad la que nos acerca y nos une.

Y cuando me encuentro cayendo en un espiral emocional, me recuerdo a mí mismo algunos hechos básicos. Primero, mi abuelo atacó una playa en Italia y vio morir a casi todos con los que había pasado el último año en cuestión de horas. Mi tío abuelo, a los 19 años, tuvo que mantener financieramente a sus tres hermanos menores porque mis bisabuelos ya no podían alimentar a sus seis hijos durante la Gran Depresión. Una generación antes, la gripe pandémica de 1918 contagió a casi 50 millones de personas alrededor del mundo y mató a 500.000 en los EEUU, en su mayoría jóvenes adultos y niños. Apenas un par de generaciones antes, más de 600.000 estadounidenses murieron luchando por el derecho de algunas personas a ser dueñas de otras como sus propiedades. Una generación más atrás, más de tres millones de personas murieron porque un ególatra (y pequeño) hombre francés quería dar el sistema métrico a todo el mundo. Demonios, en el Siglo 14 la peste negra mató aproximadamente a 125 millones de personas, lo cual fue el 20% de la población global.

Así que así es, puedo sentarme en mi puto sofá por un par de meses. No hay problema.